miércoles, 25 de enero de 2017

LA ESQUINA DEL EDIFICIO ERMITA

Cuando en la Ciudad de México se habla de construcciones resistentes al paso del tiempo, uno de los primeros en ser evocado, por fuerza, siempre va a ser el Edificio Ermita, ése al que muchos recuerdan por una ligera similitud con el rascacielos Flatiron de Nueva York, aunque claro, el que está en nuestro país es mucho más pequeño.


Sin embargo, en su momento significó un gran paso en la rama arquitectónica de México: era el estandarte de la transición a una nueva época, pero lo que me interesa expresar es que este edificio fue una importante novedad cuando se inauguró, pues aunque ya se habían hecho obras en el antiguo Distrito Federal bajo la corriente art decó, dicho complejo conjuntó en sí mismo, además de la vivienda, un cine y algunos pequeños comercios en su interior, elementos más que revolucionarios en el aspecto inmobiliario para aquellos años.

También se destaca por haber conservado la figura original de la mansión Mier y Pesado, es decir, el trazo que le brinda su particular forma trapezoidal. Y en la esquina más estrecha de su emplazamiento, hasta hace poco, aún podíamos contemplar el distintivo anuncio de Coca-Cola que corría del primer piso hasta la azotea, por lo que era inevitable observarlo al pasar por su estratégica ubicación entre las avenidas Revolución y Jalisco.

Su construcción fue responsabilidad de Juan Segura Gutiérrez y en algún punto de su joven vida estuvo habitado por muchos exiliados españoles, pero que sólo fueron huéspedes de paso, pues siempre aguardaban la esperanza de volver a su añorada patria. De hecho, fue tal su importancia que el escritor Martín Luis Guzmán llegó a ocupar uno de los pisos del edificio.

Por fortuna para este desarrollo, el cine que albergaba en su interior fue sustituido por el actual Teatro Hipódromo Condesa, concediéndole nueva vida. Tan es así que este año cumplió 81 años, cuenta aún con inquilinos, e incluso la propiedad sigue perteneciendo a la familia Mier y Pesado.

Asimismo, no se ha permitido su deterioro en lo más mínimo, ni mucho menos que se pierda ninguno de los aspectos distintivos con los que nació. Y ahí sigue de pie, en la misma esquina de siempre, esperando por otro célebre personaje que decida volverlo su hogar y ser arropado por sus muros llenos de historia.


Abraham Cababie Daniel

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